Entrevista a Gustavo Álvarez Gardeazábal

Por Fabio Martínez

Gustavo Álvarez Gardeazábal vive en el barrio Sajonia de Tuluá en una casa amplia y solariega sembrada de heliconias. Allí, el escritor y político colombiano lleva una vida activa que le permite en las mañanas, leer, escribir y preparar la información para uno de los programas radiales más escuchado en el país: “La luciérnaga”, un festín vespertino lleno de humor, música y crítica. Al mediodía, sirve de anfitrión ante la visita de dirigentes y políticos de todos los pelambres que pasan por su casa para recibir sus sabios consejos; y en las tardes, está al frente del cañón. Con su visión aguda e inteligente, estas fueron algunas respuestas que Gardeazábal me dio una tarde que lo visité en compañía de los poetas Ómar Ortiz y Julián Malatesta.



En 1972 la Editorial Destino de Barcelona publicó por primera vez su novela Cóndores no entierran todos los días. A partir de esa edición esta obra se fue abriendo camino en el mundo de las letras hispanoamericanas posicionándose como una de las mejores novelas sobre la violencia en Colombia. ¿Por qué cree que Cóndores ha sobrevivido al tiempo que es el mejor crítico?

Usted tocó un tema que se nos volvió eterno, lo que no sé es que tan universal resulte; fíjese que de esa novela no hay una sola traducción mientras que de mis otras obras sobran traducciones

¿Cuáles son a su juicio las causas de la violencia en Colombia y América Latina?

La plata, la iglesia y la ignorancia.

Hablemos de política. Cuando fue Gobernador del Valle algunos dirigentes de la región dijeron que usted no podía gobernar porque era marica. Recuerdo su respuesta: “que no iba a gobernar con el culo sino con la cabeza”. ¿No cree que detrás de esa censura había una clara discriminación sexual?

Siempre han intentado imponerla en este país. El trabajo de quienes hemos sido capaces de demostrar lo contrario intenta abolir esa exclusión y pretende exigir respeto hacia la diferencia.

En América Latina las élites criollas se independizaron en el siglo antepasado del Imperio español, pero al día siguiente de la liberación asumieron el imaginario eurocentrista, de opresión y exclusión de las grandes mayorías. ¿No cree que ésta sea la causa principal de la crisis actual que vive el continente?

¿Y dónde me deja la élite no menos descarada, obligante y grosera que gira alrededor del imperio norteamericano?

¿Qué piensa de la obsesión generalizada de los presidentes latinoamericanos por ser reelegidos?

América Latina no parece ser territorio de la democracia sino de la autocracia. Bolívar tenía razón, nos habríamos evitado muchos problemas con la monarquía.

Si el doctor Uribe Vélez queda reelegido en Colombia, ¿cómo será el país en el año 2019?

Estaremos metidos en una revuelta del carajo, con nuevos grupos guerrilleros y más paracos, los unos tratando de tumbar a Uribe y los otros defendiéndolo.

Si Chávez se perpetúa en el poder, ¿cómo será Venezuela y el resto del continente en 2019?

Con los venezolanos felices esperando, como siempre lo ha sido a lo largo de la historia de ese país, que un general tumbe a Chávez y produzca el eterno retorno a una democracia en donde los ricos no pagan impuestos sino que maman petróleo.

En Colombia, el gobierno de Uribe fortalece siete bases militares con el apoyo gringo; Brasil compra armamento militar a Francia y Chávez lo hace con Rusia. En medio del caos social, en América Latina soplan vientos de guerra. ¿Cómo ve la confrontación mediática y los vientos bélicos que se avecinan?

Lo último que faltaba, que no nos bastara la guerra interna que hemos aguantado para que vengan y nos conviertan en ficha del ajedrez mundial de las armas.

Desde la independencia con España la fatalidad ha sido el plato principal de los latinoamericanos. ¿Cuál destino considera que se merece el pueblo latinoamericano?

La resignación, sólo la resignación.

Volvamos a la literatura. En su reedición del libro Cuentos del parque Boyacá, (Uceva, Tulúa, 2009), usted afirma que hace cuarenta años escribía mejor que hoy. ¿No será que el animal político se tragó al animal literario?

Escribir cansa y desgasta y cuando los lectores se acaban como está sucediendo desde hace muchos años y de manera vertiginosa en los últimos días, todo tiempo pasado fue mejor.