Se trata de un escritor secreto, bello y extraviado durante mucho tiempo, leído con entusiasmo por pequeños cenáculos, logias y sociedades secretas, y el autor de
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Wilcock fue amigo de Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, y con ellos viajó a Italia, nación que lo deslumbró al punto de afincarse para siempre en ella y hasta cambiar de idioma. Así la fulgurante Sinagoga de los iconoclastas fue escrita en italiano, al igual que la mayor parte de sus libros.
Nació en Buenos Aires en 1917 y murió en Lubriano, Italia, en 1978. Traficó la poesía, la crítica, el cuento y la novela, y, además de su obra maestra, vale la pena citar los siguientes títulos: El estereoscopio de los solitarios, Hechos inquietantes, Paseo Sentimental, El caos, El libro de los monstruos, Los dos indios alegres y El templo etrusco.
AGRIMENSOR BENE NIO
Es notable la cantidad de partes y de órganos que puede perder una persona y aun así seguir incólume, o casi. Como una estatua antigua, con apenas cincuenta y cinco años de edad el agrimensor Bene Nio ya ha perdido las piernas y los brazos, buena parte de la pelvis, el hombro derecho, además le falta casi toda la mitad izquierda de la cabeza y también el ojo y la oreja derechos, y por eso ya no ve ni oye; le ha desaparecido la nariz, y la lengua -o lo que queda de ella- está parcialmente al descubierto y se le ha endurecido de modo tal que no se entiende bien lo que dice. Vive sentado, si puede decirse así, en una especie de silla de ruedas que parece más bien un carrito para hacer las compras, y dentro de este carrito, embutido y atado para evitar que se caiga, está el agrimensor Nio. Manos solícitas lo llevan de un lado al otro, oídos todavía sanos escuchan sus órdenes y las interpretan; porque el agrimensor, afecto desde siempre a las tareas del campo y a los nuevos métodos de avanzada, es hombre de una actividad envidiable. Es dueño de una serie de cañadas, montes y barrancos en el Alto Lazio, terreno arcilloso y friable que el agrimensor Nio se ha propuesto sanear con numerosos proyectos que le ocupan todo su tiempo. Antes que nada, el proyecto de irrigación, que se nutre de dos grandes manantiales permanentes existentes en la propiedad y que en pocos años promete transformar esos desiertos en una tierra prometida. Luego, el proyecto de forestación que, con la ayuda de