La horizontalidad de las palabras

Por Esmir Garcés Quiacha

El presente libro de poesía, Consejo para la buena muerte: Panorama de poetas contemporáneos del Suroccidente de Colombia, no nace del azar o de la improvisación sino de la necesidad, desde los ausentes y los presentes, desde los de arriba o los de abajo, desde la verticalidad del tallo de la creación y desde la horizontalidad de las palabras. Aquí se cumple la teoría social de la escritura – si el sonido de las trompetas es capaz de derribar los muros, la palabra escrita, leída o cantada, nos ha de acercar al concepto de lo humano-. No puedo asegurar que la poética pueda desviar los asaltos de la incomprensión y de la rabia, pero sí que puede, con entera seguridad, brindar luz a los desposeídos. Si algo caracteriza esta época, es sin duda la palabra soledad, que resulta ser nada distinto al yo oculto entre las catacumbas de la indiferencia, un yo que no se conmueve ante los desastres y los dolores generados por los mismos hombres de carne y hueso, de hueso y barro, de carne y piedra o de médula y fuego. Un yo que no siente, peor aún, que no vive.

La poesía devuelve los sentidos, devuelve el mundo; hace de la piedra un relámpago, un rio cobrizo, un árbol de pájaros o cielo de hojas. Todo lo anterior permite dilucidar el trabajo poético que contiene el presente libro: Una estela de cordilleras y unos profusos bosques que navegan por entre las páginas en blanco.

Se hace muy difícil precisar un concepto estético sobre la poética que integra esta compilación, debido, principalmente, a la multiplicidad de voces y matices, a la misma diversidad geográfica de los seleccionados. Aún así, asistimos a la sonoridad, al cadente ritmo; a la imagen que construye y destruye la fusión de cuerpo y espíritu. Octavio Paz en la idea de que “el poema nos hace recordar lo que hemos olvidado: Lo que somos realmente”; y lo que somos de la mano con paz, tiene que ver con un cruce de caminos, con una lanza chamánica, con una línea de frontera. Somos la marca de la historia, el herrero inclemente sobre los números perdidos. Ahora que sea el lector el comisionado para escalar estos muros, estos árboles gigantescos, estos ríos caudalosos y apacibles, esta palabras preñadas de pájaros y vientos. Es una celebración del lenguaje que participa así del ritual de la vida, de este conjunto de astros, de la seducción de los arlequines, del yo enfermo y del ojo infinito que es como el imán para los dioses. Que sea el lector el que pueda cabalgar por la horizontalidad del verbo, por las páginas aún pudorosas de este libro dispuesto a ser profanado.

Poetas incluidos: Guillermo Martínez González, Jáder Rivera, Winston Morales, Esmir Garcés, Felipe García Quintero, Francisco Javier Gómez, Cesar Eduardo Samboní, Nelson Romero, Luis Eduardo Gutiérrez, Medardo Perdomo, Mario Eraso.