"Bodegones" de René Arrieta

Por Argemiro Menco Mendoza

Este tercer poemario del poeta colombiano, René Arrieta Pérez titulado Bodegones (Común Presencia Editores. Colección Los Conjurados, Bogotá, 2009.), compendia tres consecuencias mágicas de la acción de estampar y sus efectos. Asimismo, en el ser del poeta cohabitan elementos como luminiscencias de su memoria.

Abordemos la esencia enigmática de estos bodegones, logrados con pintura verbal, que, al contrario de la naturaleza muerta –significado pictórico–, adquieren el estatus significativo de “naturaleza viva”, porque interpretan la vida en estado puro de naturaleza y de vida cultivada en los contextos transitados por el poeta. El resultado admirable, en términos creativos, son estos hallazgos de un verdadero concitador de energías: forma y sustancia de la naturaleza, el hombre y la cultura.

Hay aquí un orden de apariciones frutales y florales que adornan y despiertan la nostalgia de la niñez, infancia y juventud: ciruelas, pitahayas, cerezas, sauces, rosas, bonches, veraneras, astromelias, y las siemprevivas que siempre resucitan a los muertos y moribundos. Girasoles, acacias, azahares, mandarinas, cocos y calagualas, bajo las miradas del sol y los besos de la lluvia. Corozos, pintamón, tamarindos, despertando el deseo, esto es, un súmmum de visualizaciones, sabores, colores y olores entrañables. Apariciones de aves como el colibrí que le succiona secretos glandulares a la rosa; vuelos de pájaros orientados por el espíritu de S. J. Perse, cruzando el cielo de la tarde, sangretoros y canarios, la mariamulata bailando en una playa del Caribe, la tórtola, estacionando, de visita en el guayabo, en la ventana. Imágenes volátiles, tiernas, violentas y lastimosas: Y allí de frente la madre, el hijo, el padre / Un evento digno de Rembrandt / Digno del Bosco / Se defenestra / Un pajarillo dominicano / (…) Convulso tonto muy diminuto / En acto de ofrenda nos deja el cuerpo / (…) Sin densidad de alas / Todo hecho fábula / Todo hecho cuento. Apariciones de cuadros bucólicos, el valle, la sabana, el jagüey donde abreva el camello imaginario y el ganado real; imágenes de la playa, el mar y sus frutos, luces de insectos, el “fru, fru” del viento que sopla, presencias del alba, el día, la noche: nombres del tiempo que destilan instantes y duraciones sobre el patio, la calle y las sombras de la casa.

En síntesis, el poeta, quien desde el principio respira el Paraíso, es un niño que contempla a “Eva… entre manzanos”, como un fruto del edén, celebrado por el “festín adámico”, y las claves secretas del canto, / (…) la teurgia del niño y su contorno / El tetragrámaton latente y su conquista (…) Ese niño, de adulta palabra poética, pronuncia en la espesura del vergel y el sueño de la grosella, los apelativos de: Sephiroth, Ezriel, Jeudiel, Hespérides, Devas, Dios, Elohim, Columba fasciata (paloma callejera), Orfeo, Dionisos y Jano, para evocar encantos míticos y sugerir adoración a teogonías universales. El poeta nos convoca a un brindis por la palabra que desata, a la luz de su alquimia: él es un viñador.

BODEGÓN CON VINO

Se dimensionan

Paralelos

El apetito y la ebriedad

La cesta rebosada advierte el mosto

Sin distancia

La botella sesga la dimensión del fruto al vino:

El mundo el campo el labriego

La vendimia la casa la etiqueta

Lo que conduce al fugaz goce envasado

La saciedad inicia el hambre

La saciedad inicia el éxtasis.

René Arrieta Pérez. Filólogo, escritor y periodista, doctorando en Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Salamanca. Ha publicado Salmos del segador de mieses, He olvidado su nombre, Otras voces y Antología Poética. Ha sido antologado en distintos libros como: Los bordes de Babel, en Colombia; y en España en El corazón de la palabra, El mundo al otro lado, La tierra en las entrañas, Los poetas y Dios y El cielo de Salamanca. Obtuvo galardones en Colombia como el de finalista en el Premio Nacional de Cuento Caribe (1992), El Premio Casa de Poesía Silva, en su versión “La poesía tiene la palabra” (1991), Premio de poesía Universidad de Cartagena en dos ocasiones (1993-94), y Premio Nacional de Poesía Jorge Artel, segundo puesto (1994). Radicado en España desde 2001.