DYLAN THOMAS: Con-Fabulador clásico

Presentamos en nuestra sección de videncias perturbadoras y palabras capaces de remover y transformar nuestra esencia, al poeta galés Dylan Thomas, un “Enfant Terrible”, nacido en Swansea en 1914 y muerto en Nueva York en 1953. Su vida, a la que biógrafos y amantes de la blasfemia no cesan de auscultar con furor maniaco, parece ser una metáfora de sus poemas, donde se mezcla una desgarradora comprensión de la banalidad humana con una pasión creciente por el absoluto, por Dios, entendido a la manera de los panteístas. Dylan tuvo una fugaz existencia, atormentada por el uso generoso del alcohol, más sin embargo recorrió en dos ocasiones memorables, y de manera triunfal los Estados Unidos, donando a sus auditorios su presencia y su voz incomparable. Para sobrevivir debió ejercer varios oficios, entre ellos el periodismo y la dramaturgia cinematográfica y radial. El siguiente poema es una buena muestra de su destreza y dominio de la imagen poética.

EN MI OFICIO O ARTE SOMBRÍO

En mi oficio o arte sombrío

Ejercido en la noche silenciosa

Cuando solo la luna se enfurece

Y los amantes yacen en el lecho

Con todas sus tristezas en los brazos,

Junto a la luz que canta yo trabajo

No por ambición ni por el pan

Ni por ostentación ni por el tráfico de encantos

En escenarios de marfil,

Sino por el mínimo salario

De sus más escondidos corazones.

No para el hombre altivo

Que se aparta de la luna colérica

Escribo yo estas páginas de efímeras espumas,

Ni para los muertos encumbrados

Entre sus salmos y ruiseñores,

Sino para los amantes, para sus brazos

Que rodean las penas de los siglos,

Que no pagan con salarios ni elogios

Y no hacen caso alguno de mi oficio o mi arte.

(Versión de Elizabeth Azcona Cronwell)